¿Alguna vez te has parado a pensar qué proceso es el que sigue un libro para que llegue a las estanterías de tu librería favorita? ¿O tal vez eres de los que tiene sus relatos guardados en un cajón porque no se atreve o no sabe cómo dar pasos al frente?
Pues bien, como ocurre con cualquier proceso de creación, hay que seguir unas pautas de forma adecuada con el fin de conseguir un buen resultado. A priori podemos creer que se trata de un proceso sencillo en el que el famoso comentario «eso lo hace cualquiera» aparece en varias ocasiones. Nada más lejos de la realidad, puesto que conseguir escribir un libro, un relato o un artículo trae consigo el hecho de respetar unos tiempos y un proceso complejo, sobre todo dependiendo de la especialidad del tema y de su extensión.
Una vez que ya tenemos el borrador del texto inicial, nos encontramos con el famoso control de calidad, también conocido como corrección. En ocasiones anteriores hemos hablado de ella, de su historia y su porqué. Hoy, además, enumeramos los diferentes tipos que maneja la industria.
Control de calidad es igual a corrección
Se trata de la parte en la que hay que mejorar el texto y limpiarlo de todo aquello que lo estropea y no necesita, porque la corrección es una herramienta indispensable de ayuda para conseguir un resultado impecable y preciso antes de su publicación.
Pero si estás pensando en realizar tú mismo esta labor una vez que tengas listo el borrador de tu trabajo, estás equivocado. De esto siempre debe encargarse alguien ajeno al texto y que por supuesto sea profesional en el ámbito. Digamos que uno mismo ya tiene su propio texto demasiado trabajado y estudiado, así que sus ojos pueden traicionarlo y dejarán escapar detalles que pueden sacar los colores al autor.
Esto no quiere decir que la relación entre autor y corrector tenga que ser inexistente, todo lo contrario. Cuanta más comunicación y trato haya entre ambos, mucha más comprensión y facilidad tendrá el corrector para realizar con excelencia su trabajo. Porque es uno esencialmente humano.
Este momento, en cambio, no implica corregir y ya está. También hay que pasar por diferentes subetapas de corrección antes de la publicación, y si bien en Vuelo Ártico las tipificamos en tres (corrección ortotipográfica, de estilo y editing), lo más básico, hay muchas maneras de abortar un texto en términos de corrección.
Tipos de correcciones
Si tomamos de referencia un libro, en primer lugar podemos encontrarnos con una posible corrección de contenido, sobre todo si se trata de manuales especializados, libros técnicos, diccionarios, enciclopedias… Es vital que la obra sea corregida por un especialista en esa materia para eliminar los errores relacionados con el tema central. Él revisará datos, definiciones o fechas, y comprobará que todo sea correcto en cuanto a contenido y no a forma. En cambio, no siempre echaremos mano de ella si nuestro escrito es más tirando a relato corto y no especializado.
La corrección de estilo, aquella que se realiza en primer lugar si el texto no requiere el paso anterior, es la que cuida el estilo original prestando atención a las expresiones, a la gramática, al léxico y a la semántica. Se tendrán siempre en cuenta las normas lingüísticas sin modificar el estilo.
La corrección de últimas pruebas es la que, como su propio nombre indica, se realizará en tercer y último lugar. Es la corrección ortotipográfica, esa que se encarga de acabar con los errores tipográficos que cometemos sin querer y con las faltas de ortografía que al escribir se nos han pasado por alto. En este momento el texto está casi limpio, por eso, el corrector realizará una lectura estrictamente meticulosa, palabra por palabra, letra por letra y espacio por espacio.
Si el proceso de corrección en general es muy extenso, no sería extraño encontrarnos con varias lecturas realizadas por diferentes correctores de últimas pruebas para garantizar un trabajo final perfecto. Sin embargo, principalmente debido a razones económicas y de tiempo, son casos muy puntuales y extraordinarios los que se pueden permitir procesos tan largos y precisos.
Y ahora… ¿qué más?
Una vez que el texto está completamente limpio y no ha sufrido ningún cambio importante, es el escritor o la escritora quien debe valorar, comentar, pactar y aceptar todas esas correcciones. Entonces el texto pasa de ser un borrador a tener un aspecto real, como el que llega al lector. Es el momento de la forma, de esta dimensión del libro tal cual va a ser publicado, es decir, de la maquetación, y más adelante de la impresión.
Así es que, como decíamos al comienzo de este artículo, si ya has escrito tu novela, ensayo, relato o poema, y necesitas alguien que lo corrija o simplemente quieres tener una opinión y asesoramiento sobre el mismo, puedes contactar con nosotros y te acompañaremos en lo necesario.