
Por: Claudia Requena
Cuando en sesiones dulces y calladas
hago comparecer a los recuerdos,
suspiro por lo mucho que he deseado
y lloro el bello tiempo que he perdido,
la aridez de los ojos se me inunda
por los que envuelve la infinita noche
y renuevo el plañir de amores muertos
y gimo por imágenes borradas.
Así, afligido por remotas penas,
puedo de mis dolores ya sufridos
la cuenta rehacer, uno por uno,
y volver a pagar lo ya pagado.
Pero si entonces pienso en ti, mis pérdidas
se compensan, y cede mi amargura.
William Shakespeare
Desde que era pequeña la lectura ocupaba un lugar muy importante, alumbrando aquellas noches en las que el sueño se hacía de rogar. Recreaba cada historia en mi mente exprimiendo así a cada uno de los personajes que se deslizaban entre mis pupilas.
Sin embargo, nunca me gustaron los libros juveniles y en aquel momento tampoco los de ficción. Quizás buscaba historias que me hicieran pensar y no solo imaginar. Quizás prefería la no ficción dentro de esta dicotomía que divide la literatura.
No recuerdo muy bien cómo llegó a mí Romeo y Julieta de William Shakespeare, el primer texto de ficción al que hice caso, pero sí recuerdo todas las veces que leía cada diálogo como si fuera la primera vez, marcando las hojas para saber que ahí estaba esa frase que me hacía perder la noción del tiempo.
Por aquel entonces, quizás por la edad, la lectura de esa obra era muy diferente a la que haría hoy día. Y es que, si he aprendido algo estos años es que no importa las veces que puedas leer un libro, su reflexión variará en función del momento en el que se lea.
El dramaturgo Shakespeare y la composición de sus obras me aventuraron en una lectura que ha viajado conmigo todos estos años. Romeo y Julieta, obra compuesta con numerosos personajes y actos, relata a simple vista una historia de amor, al menos eso entendí yo en su primera lectura. Pero cuando te introduces un poco más entre la tinta de los diálogos un sinfín de sentimientos se destilan en sus páginas.
Algo que caracteriza al autor y a sus tragedias es la línea de la vida que siguen sus protagonistas, los que se sumergen en la desgracia y acaban muriendo. Este hecho se plasma en esta obra, ya que debido a un sinfín de acontecimientos, que en ocasiones me han llegado a parecer absurdos, los personajes son incapaces de huir del destino y acaban firmando sentencia.
Antecedentes de una historia de amor por excelencia
Es una de las obras más adaptada a lo largo de la historia, ya que la primera vez la tragedia saltó a la gran pantalla fue en 1929. Aunque su adaptación cruza todas las fronteras geográficas e incluso artísticas, llegando también al arte pictórico, al ballet y a la música.
Aunque no se concreta una fecha exacta sobre cuándo fue escrita, muchos apuntan a que podría estar datada entre 1591 y 1595, debido a las semejanzas con Sueño de una noche de verano.
Como mencionaba, la primera lectura me introdujo en un mundo romántico donde cada bocanada de aire parecía ser perfecta. Donde los diálogos entrecortaban mi respiración y me hacían idealizar un amor tan efímero e intenso…
Sin embargo, años después me paré frente a la estantería con la necesidad de volverme a perder entre las calles de Verona. Pero esta vez la lectura fue mucho más crítica y menos romántica. Mi reflexión se tornó radical y vi en sus diálogos una burla al amor, una sátira de todos los patrones establecidos.
Todo parte con una cierta armonía que se ve interrumpida por una línea básica en sus obras, que es el conflicto. Y a partir de ahí todo se torna complicado. La situación es sencilla a simple vista: Julieta quiere estar con Romeo. Pero los hechos sencillos se manchan de tragedia. Cuando la calma llega a los personajes y parece que pueden llevar a cabo el fin propuesto, esta tranquilidad se quiebra con un giro brusco.

Los personajes están predestinados desde el primer momento a un gran fracaso, ya que es así como el destino, elemento muy relevante en las obras de Shakespeare, une a los protagonistas con un hilo de infortunios. Todo podría haber salido bien, es decir, el veneno, la huida, que Romeo llegara a tiempo. ¿Cómo puede ser que las informaciones sobre la supuesta muerte de Julieta no se le presentaran correctamente? Es incluso ridículo pensar en la mala suerte que sufre este amor adolescente.
En esas lecturas donde lo romántico quedaba alejado de mi mirada, vi en la obra cómo el amor es capaz de cegar a dos jóvenes dejándose llevar por un camino cuya fatalidad puede notarse desde el primer momento. Noté cómo tientan al destino, frente a la mirada pasiva de la sociedad, y cómo quieren ganarle el pulso. Muchos de los infortunios, bajo mi punto de vista, son absurdos y evitables. De ahí que no vea en Romeo y Julieta una obra romántica, sino una crítica precisamente al romanticismo, donde se muestran las locuras que se puede llegar hacer por gozar de él.
Un poco más sobre Shakespeare
Sin lugar a duda, el dramaturgo brilla por su capacidad de evocar sentimientos, siendo uno de los autores más versionados en la historia. Sus obras, mis favoritas, viajan conmigo de manera frecuente, ya que Romeo y Julieta es solo una de los grandes éxitos del autor que junto a Miguel de Cervantes sea probablemente el escritor más importante de la historia.
Con Sueño de una noche de verano, la magia, la fantasía y el amor te introducirán en un viaje repleto de aventuras marcadas por el sueño, la vigilia o el estado de duermevela. Otelo, Macbeth, Hamlet o Noche de reyes son solo algunas de las obras en las que la tragedia, la lucha y el destino se hacen eco, tal como la trágica historia de amor de estos dos enamorados.
Así y todo, no hay mejor poesía para devorar en un fin de semana como sus maravillosos sonetos, uno de los cuales corona este artículo.