Las cuatro grandes funciones del color en una portada

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Si bien es algo que hemos hablado ya en distintas oportunidades desde la teoría, la psicología y el proceso de impresión de nuestro proyecto, hoy quisiéramos aterrizar esto a la utilización y las funciones que cumple el color, entendido como un elemento propio en el diseño. Esto con el fin de que escritores y escritoras tengan acceso a algunos aspectos que los profesionales del diseño consideramos para diseñar portadas.

Vamos allá.

Llamar la atención

El color es de las primeras características que notamos en una tapa, luego ya nos detenemos en las formas, dibujos, símbolos, palabras, tipografías, etc. Esta es la razón de su importancia: el llamado de atención es casi automático, sin limitaciones de distancia, y comparativamente a una tapa en blanco y negro se obtiene una ventaja. Si a esta base de potencia comunicativa le sumamos la intención, podemos lograr captar o rechazar a distintos públicos, usando el color adecuado y en formas particulares.

Mantener la atención

Perfecto, has conseguido llamar la atención, ¿y ahora qué? Hay que cuidar que el color ayude a mantener al posible lector y no espantarlo, mucho más acá de lo que puede pasar cuando espantas al lector por el contenido del libro. Esto puede suceder si no pensamos en este factor y nos quedamos solo con el llamado, usando exageradamente colores brillantes y contrastantes, teniendo como consecuencia una aceleración del agotamiento visual de los ojos. Finalmente, esto se manifestara en un rechazo hacia el libro.

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Comunicar información

Entregar información es importante para vincular al lector con lo que se está viendo, y el color es un elemento vinculado con las emociones, como ya hemos hablado antes. Nos permite persuadir y narrar algo con pocos recursos y de manera expedita. En los instantes en que el lector se permitirá observar la tapa, hay que invitarlo a ver más, a que se interese, a que sienta algo.

Recordar

Para hacer que algo se fije en la memoria hay que facilitarlo, dando referencias y claves sencillas y universales. Los colores también tienen un significado y, por lo tanto, funcionan como un elemento al cual anclarse; todos los conocemos. Teniendo diferencias de idioma, por ejemplo, podríamos reconocer el color rojo o el azul, y si los utilizamos junto a símbolos, texturas y un mensaje, se asociarán y recordarán de manera orgánica. El cuidado implica usar referencias claras; si uso un color granate para transmitir un mensaje, puede que no sea tan recordado como si uso un amarillo. 

Vemos que el color se manifiesta en todo el proceso de llegada a un lector, de ahí radica su importancia y la necesidad de comprender su naturaleza y las maneras de dirigirlo hacia un objetivo.


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