Por: Mario Mora y Luis San Martín Arzola
Ya hemos hablado del color en otras ocasiones: el ultravioleta como color del 2018 o su vínculo con la luz y la elección de tintas. Esta vez, sin embargo, vamos más allá de la parte técnica, en cómo se forma o las diferentes tintas y sus mezclas, y nos fijaremos en cómo nos afecta a nosotros, la percepción y el contexto.
La psicología del color se refiere al estudio de la percepción del mismo y su relación con nuestras emociones, sensaciones y conducta. Hoy en día es bastante usada por una gran variedad de profesiones que se nutren con la información que sale de estos estudios, tales como la publicidad, el arte y el diseño, entre otras, ya que el uso de un color específico puede determinar una acción en concreto.
Elecciones conscientes para acciones inconscientes
En un semáforo en rojo, uno se detiene . Esto se entiende universalmente porque se nos ha enseñado así, no se cuestiona. Pero, ¿por qué el rojo significa esto y no el amarillo?
Podría parecer arbitrario, pero no lo es del todo; el rojo es un color impactante, ya que es el color de la sangre, de nuestros labios, es imposible que pase desapercibido a los ojos de una persona. También se asocia a «¡Cuidado!», «¡Stop!» o «¡Precuación!», cómo no. De manera que es ideal para un mensaje que debe ser visto rápidamente. Es más, se podría decir que es el más adecuado.
Claramente el análisis psicológico es mucho más profundo que estos rasgos que hemos mencionado, pero a partir de esto se puede entender el método según el cual se van asociando conceptos a colores.
¿Funciona así de universalmente en cada color?
La respuesta es no. Es difícil que algo tan subjetivo se logre objetivar a tal grado; nunca tendremos una percepción universal de los colores. Por ejemplo, el mismo color rojo en Sudáfrica es utilizado en funerales y en China es señal de buena suerte. La cultura cambia los significados, así que hay que prestar atención hacia dónde se está apuntando para usar ciertos colores. La idea es no confundir con el mensaje.
Al menos en Occidente, debido sobre todo a la globalización, se ha estandarizado el uso de los colores para transmitir ciertas ideas. El amarillo frecuentemente es considerado como alegre y alguna veces transmite optimismo. Pero los recién nacidos a veces sufren con este color, algo muy curioso.
El verde es, por decirlo de alguna forma, el color de la naturaleza y la ecología, y también de la esperanza. Es un color «calmante», pero si hablamos de tonos la sensación puede variar: el verde más claro a algunos da más tranquilidad y a otros consterna. Aunque en colores —sobre todo en el verde— no está todo dicho ni mucho menos.
Injustamente, creemos, del negro es recordar la oscuridad, las sombras, siendo un color que siempre ha generado polémica y que por su capacidad de absorber la luz del sol puede entregar mucho agobio a quienes lo visten. No por nada la oveja negra es la oveja negra y las cosas se ponen «color de hormiga».
Y así, estas asociaciones pueden ponerse en duda.
«Niñas rosadas y niños de azul»
«Si hay montones de colores, ¿por qué solo dos combinaciones?», entona (Me llamo) Sebastián en una de sus canciones. Como el lenguaje inclusivo y muchas esferas de la vida actual, la idea de color ha cambiado. Se está cuestionando ese vínculo esencial que creíamos cerrado, sobre todo en cuanto a género.
Se dice que el azul trae calma, seguridad y «productividad», nociones histórica y erróneamente vinculadas solamente a los hombres. Es utilizado en muchas oficinas, con sus tonos más claros en hospitales y establecimientos de esas suerte, pero es poco conveniente, al o menos, que un grupo humano monopolice este color.
Por otro lado, el rosa se ha asociado a las mujeres porque es un color que puede recordar al amor y a las emociones, una abstracción que rige clasificaciones caprichosas si de género se trata. A veces —por fortuna, cada día menos— los juguetes de niña son de un rosa más o menos oscuro que llama la atención y que se asocia exclusivamente a las mujeres.
Teniendo en cuenta esto, ¿es el azul el color preferido de los hombres? ¿Verdaderamente el rosado es el que mejor sienta a todas las mujeres, occidentales y orientales? A partir de estas preguntas muchos padres ya dejaron de elegir esos colores para sus hijos recién nacidos.
Si los colores cambian, nuestra percepción cambia y a su vez cambia el mundo. Aquel es el poder de esta impresión, llamada color, que producen nuestros sentidos.