Diarios de vida: Un género susceptible a la improvisación

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Cesare Pavese

Por: Juan Jabbaz

“Todo esto da asco. Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más”. Esas fueron las últimas palabras que Cesare Pavese escribió en su diario el 18 de agosto de 1950, ocho días antes de suicidarse.

“Tristeza de ser. Tristeza por haber nacido. Tristeza frente a la dulzura del vivir. Tristeza del viento que raptó muchos niños y que ahora lloran o cantan en el espacio”, escribió Alejandra Pizarnik el domingo 17 de noviembre de 1957.

“Tardé mucho en conciliar el sueño, y mucho también en levantarme. Tiempo sereno. Me di un baño de agua de mar, con esencia de pinochas de abeto. Me desayuné con té, huevos pasados por agua y queso Camembert”, escribió Thomas Mann el viernes 9 de junio de 1939.

Las entradas que motivan los diarios de vida son variables, pueden servir para grabar una decisión inevitable, como en el caso de Pavese; para dejar una reflexión poética como la de Pizarnik; o para registrar lo que se hizo un día en particular, como lo hace Mann. Lo que hay entremedio de esos ejemplos es amplio, al punto de haber escritores como Kafka, que incluía dibujos y relatos inconclusos, dejando en claro que una de las principales características de los diarios es su flexibilidad.

Pero si dentro de este género hay espacio para todo, ¿qué es lo que finalmente identifica a un diario?

“El diario de vida es como el jazz”

Jordi Lloret, en el prólogo de los diarios de Kafka afirma que, en general, los diarios se pueden dividir en tres grandes grupos: la escritura autobiográfica; el testimonio personal de una historia común (Diario de Ana Frank); y el relato propio en relación a una excursión (Diarios de viaje de Albert Camus).

En estos relatos subjetivos casi lo único que se exige es que sobre cada entrada se establezca la fecha en la cual esta se escribe, con el objetivo central de registrar el paso del tiempo y poder reconocer las consecuencias que este va dejando.

Ricardo Piglia, quien escribió a mano sus diarios de más de mil páginas en 1957 y la última entrada la escribió en 2015, en una de las respuestas que le da al público en su conferencia «Los libros de mi vida» dice, mientras hace como que toca las teclas de un piano: “Podríamos imaginar la escritura [del diario] con el modelo de la improvisación de los músicos de jazz”.

Y puede ser, un diario tiene mucho de improvisación, ya que los textos que se van sucediendo inevitablemente incluyen las contingencias de las vidas de quienes los llevan. Los diarios, a diferencia de otros géneros que se podrían pensar similares, como la autobiografía, se escriben sobre los dominios del presente, cuya única trama es la propia vida.

Estas características del diario (flexibilidad, subjetividad, calendarización e improvisación) permiten adentrarse en las profundidades del propio pensamiento, pero también se convierten en una fórmula para visitar la intimidad de escritores y escritoras que admiramos.

El 23 de diciembre 1911, Kafka escribe respecto a los beneficios del diario:

Una ventaja de llevar un diario consiste en que se toma conciencia con tranquilizadora claridad de las transformaciones a las que uno está todo el tiempo sometido, en las que en general uno naturalmente también cree, las presiente y reconoce, pero las que uno inconscientemente niega siempre que trata de obtener esperanza o tranquilidad de semejante reconocimiento (…)

¿Tú llevas un diario o alguna vez has leído uno que te guste? ¡Déjalo en comentarios!

Por último, algunas recomendaciones imperdibles de diarios de vida

  • Alejandra Pizarnik
  • Franz Kafka
  • Ricardo Piglia
  • Katherine Mansfield
  • Robert Musil
  • Witold Gombrowickz
  • José Donoso
  • Cesare Pavese
  • André Gide
  • Julio Ramón Ribeyro
  • Virginia Woolf

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