Hoy por hoy, el confinamiento voluntario u obligatorio nos ha llevado a reinventarnos y también a tomar conciencia de lo importante que es expresar nuestras emociones. Dentro de esta reinvención, la lectura y escritura han tomado un rol protagónico debido a que leer y poder plasmar nuestras emociones en el papel nos ha ayudado a muchos a aclarar nuestras mentes, darnos ánimos o, simplemente, escribir para la posteridad lo que estamos viviendo mundialmente. Es aquí donde aparece el género del diario de vida, la nueva forma de conectarse con nuestro interior.
La escritura de un diario de vida no es algo nuevo. De hecho, sin ir más lejos, muchos de nosotros hemos tenido un diario de vida cuando pequeños o en la adolescencia, cuando narrábamos nuestras peripecias desde un punto de vista más bien maravilloso, donde cada una de nuestras hazañas u odiseas se convertían en algo único. Este ejercicio ha tomado hoy una fuerte relevancia.
Si hacemos un poco de historia, apreciamos que el diario de vida es un género que se originó en el Romanticismo, época y movimiento en el cual la emotividad y el interior del ser humano fue tomando un rol protagónico. Si bien el diario de vida tuvo un fuerte auge en esta época, es en la era moderna el momento en el que toma fuerza, debido a la importancia que se le fue dando a la intimidad del individuo.
Estructura de un diario de vida
Si hablamos de la estructura de un diario de vida, debemos ser enfáticos en que no existe una estructura fija. Hay quienes los escriben de manera cronológica, otros recordando episodios importantes a modo de racconto, otros desde la perspectiva del pasado para explicar el presente, y así… No hay una estructura apropiada ni estricta, pero muchos escritores de diarios coinciden en que sin importar cómo abordemos su escritura, hay que ser constantes, es decir, hay que formarse un hábito. Kafka lo era, Pizanirk y Thoreau lo eran.
Beneficios de escribir un diario de vida
Si abordamos el diario de vida como un ejercicio terapéutico, tomamos en cuenta que su escritura tiene múltiples beneficios para nuestra salud. Entre ellos, destacan:
- Todos somos conscientes que en la vida actual (antes de la pandemia, claro está), no nos dábamos el tiempo para hacer cosas que nos satisficieran, sino que todo era trabajo y productividad. Desde la llegada de la COVID-19, todos los aspectos de nuestra vida se han replanteado, lo que ha permitido darnos un respiro para estar con nosotros mismos y hacer que de la página en blanco surja lo más profundo de nuestra creatividad.
- Escribir ayuda a activar la mente.
- Escribir lo bueno y lo malo de nuestras vidas es un excelente ejercicio para sanar heridas emocionales.
- Llevar un diario de vida nos permite fortalecer nuestra seguridad, conocernos mejor y aumentar nuestra riqueza léxica.
- El diario de vida nos ayuda a desahogarnos cuando vemos todo perdido.
- Leer lo que hemos escrito a través de los años no solo reactiva nuestros recuerdos, sino que también nos ayuda a entender hasta dónde hemos llegado.
- Por último, diario de vida contribuye a estimular la escritura y propiciar la creación de ficción por parte de escritores y escritoras nóveles.
¿El diario de vida puede ser un producto editorial?
Pese a que muchos piensan que la escritura de un diario de vida es un ejercicio sumamente íntimo y personal: sí,el diario de vida puede considerarse un producto editorial. Solo basta con recordar diarios como el de Ana Frank, Emilio Renzi (el álter ego del escritor argentino Ricardo Piglia que aparece en varias de sus obras) o los diarios de escritoras como Sylvia Plath o Virginia Woolf, además de la ya mencionada Pizarnik. Todos estos se convirtieron en grandes referentes del género y de la literatura y nos fueron mostrando rasgos de la personalidad, pensamiento y, muchas veces, sus procesos de producción literaria.
Pese a esto, es importante indicar que los diarios de los escritores no se publican tal cual están escritos, sino que hay una curatoría de un editor o de un albacea literario que mediante un reordenamiento intencionado o notas al pie nos explica (frecuentemente, N. del E., o Nota del Editor) y ordena los acontecimientos que se narran. Esto sucede porque muchas veces quienes escriben un diario no quieren que este tenga un lector, lo que puede tornar confusa su lectura en bruto.
Claramente esto cambia cuando el escritor muere, pues su intimidad pasa a ser materia de curiosidad y dominio de quienes lo admiraban en vida. En este caso, un diario se convierte en un espécimen valioso para entender a un escritor, un mecanismo para ejercer el voyeurismo o darle un sentido a la escritura fragmentaria.
Hoy en día, no necesitamos un cuaderno físico para escribir nuestras memorias y pensamientos: podemos ocupar nuestros teléfonos, nuestro computador: nuestras redes sociales, un blog o incluso WhatsApp. Lo único que tenemos que tener en cuenta es que hoy el diario de vida se constituye como la expresión de la urgencia, del momento, de lo vivido.
Un registro personal de lo cotidiano.