Razones y criterios por los que eliges leer un libro

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A pesar de cómo ha avanzado el mercado editorial de la mano de las nuevas tecnologías, hoy en día conseguir un nuevo libro para leer es una de las emociones más grandes si es que tu gusto se ha convertido en un hábito.

Ya sea consiguiéndolo en una librería, en una gran superficie u online, la expectativa de encontrar esa historia que te mantendrá en vilo durante los próximos meses o incluso días —si el libro es bueno— es potente y a veces dirige nuestras manos hasta esa obra que sabes que tienes que abrir.

Si bien el intelecto consciente y cotidiano incide a la hora de elegir, está aceptado que son las intuiciones, «la otra escena» de Freud, todo aquello que llamamos inconsciente lo que también guía nuestra decisión, y esto no solo aplica para los libros.

En este sentido, ¿cuáles son los criterios que usamos para elegir ese libro y no otro?

Recomendaciones de cercanos juiciosos

Generalmente, estamos siendo bombardeados por recomendaciones bienintencionadas, de series, películas y, por supuesto, también de libros. En el trabajo, en un bar, en una reunión con amigos o en casa alguien nos puede recomendar uno, pero somos nosotros quienes tomamos la decisión última.

¿En qué nos basamos? Ocurre que a medida que se van acumulando recomendaciones en nuestros círculos, llega el momento en que elegimos tal o cual texto para leer, ya que si nos los dice una persona, «debe ser bueno», pero si nos lo dicen dos o tres, «ok, al menos habrá que mirarlo».

Con todo, sabemos que debemos hacer caso a esas personas que coinciden más con nuestros gustos y que a lo largo del tiempo han tenido un ratio de un 70%, por decirlo así, de acierto. Es a esas personas juiciosas a quienes hacemos caso. Cómo no, ¡todos tenemos un amigo o amiga íntimos que resulta ser nuestro prescriptor o prescriptora de lecturas!

Los expertos lo saben: el boca a boca resiste y sigue siendo importantísimo ante el auge de los nuevos medios de comunicación.

Estrategias de marketing y diseño editorial

Lo hemos dicho antes en este blog: el mundo editorial no escapa a las técnicas comerciales de estos tiempos y, de hecho, ha sabido utilizar muy bien el marketing para que a algunos libros les vaya bien en el mercado. Publicaciones en redes sociales, incisos en periódicos impresos y, en el mejor de los casos, recomendaciones en platós de televisión de grandes canales son parte de una gama amplia de estrategias que buscan que leas un libro y no otro.

Si hablamos del producto libro en sí, la buena noticia es que los autopublicados, por ejemplo, también pueden acudir algunos recursos sin desembolsar sumas estratosféricas de dinero. Entre ellos, el diseño editorial, uno de los paladines de las estrategias de venta si se trata de convencer a alguien de su próxima lectura.

Portada

Cuando paseamos por una librería, ya sea caminando o navegando en la web, lo primero que vemos es la portada. No el lomo, no la contraportada, mucho menos el hotmelt o el cosido de las hojas (que no nos dicen nada); esa imagen que dice más que mil palabras es lo que observamos primero, y es eso, tan inconsciente, un artefacto tan repentino lo que nos da la primera impresión. Así sucede con las personas en la vida, así sucede con los libros.

El libro tiene muchos elementos, aunque a estos efectos es esta imagen primera la relevante. Si el autor o la autora aparecen en un mayor tamaño que el mismo título de la obra, por ejemplo, significa que los grupos editoriales saben que es ahí donde vamos a mirar, y en base a eso compraremos.

Texto de contraportada

Pero sí, lo segundo que vemos es la contraportada o contracubierta. Miramos la portada, lo damos vuelta y nos ponemos a leer ese texto, a veces conciso y funcionando como «enganche», otras más largo y denso, pero convincente, como sucede con Anagrama.

Todo lo que está escrito allí no es casualidad, porque muchas veces la atención en ese texto es la última oportunidad. Hay textos de contraportada que pueden tomar días y días y más días en madurar hasta obtener la venia absoluta de los responsables de un libro u otro, ya sea un escritor o un editor. Lo que figura en ese espacio es una invitación a superar el paso de la contraportada y desplegar las páginas ante nuestros ojos.

Críticas condensadas

Dicho esto, también hay otra oportunidad, y en muchas ocasiones resulta ser el tramo final antes de la decisión. Ya sea insertas en una faja adherida al libro, en alguna de las solapas o en la contraportada, las críticas condensadas de personalidades del mundo del libro son una palanca inestimable.

¿Les suenan? «La mejor novela del año»; «Este texto hay que leerlo», «Magnífico, alucinante, te vuela la cabeza».

Hay editoriales que incluso recurren a una batería de intelectuales y famosos para llegar a un público amplio y decirte que ese o aquel libro hay que leerlo ahora ya, porque todos estos así lo recomiendan. Así ocurre con Risto Mejide —un conocido juez en un programa de talentos e influyente hombre de T.V.— compartiendo contraportada con el escritor Antonio Muñoz Molina y Barack Obama en Sapiens, el éxito de Yuval Noah Harari.

Está claro, estos criterios no son puramente literarios como quizás podría serlo el boca a boca, pero hacen mucho y probablemente ninguno de nosotros sea impermeable a su influencia. Mal que mal, todos nos parecemos un poco.

Por supuesto, existen muchas más razones que podemos tener en cuenta, pero eso será material para una próxima entrada. Y en su caso, ¿a qué hacen caso a la hora de elegir su próxima lectura?


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