La lingüística y sus trastornos

Hace unas semanas nos adentramos en el majestuoso mundo de la lingüística. Recordamos que, aunque pareciese contradictorio, la lingüística es la ciencia que estudia el lenguaje y la lengua, y hoy en día es imprescindible en la evolución de muchos campos. Uno de aquellos importantes es el tecnológico, por ejemplo.

El lenguaje, por otro lado, es una de las principales características que diferencia al ser humano del animal porque permite entre ellos la comunicación verbal (con varios ejemplos). Podemos decir que el lenguaje es un sistema de signos y que gracias a la relación entre ellos y su significado permiten a la personas expresarse y entenderse entre ellas. Esta característica propia de la lingüística nunca deja de desarrollarse y de crecer, incluso se dice y afirma que la adquisición del lenguaje ya está evolucionando desde el momento de la gestación. Y a medida que el ser humano cumple años, va adquiriendo más y mejores habilidades con el fin de desarrollarlo y ponerlo en práctica.

Sin embargo, la práctica suele desmontar toda teoría que a priori es sencilla y da paso a situaciones dificultosas. Porque la adquisición del lenguaje no es más ni menos que un aprendizaje involuntario —como ya hemos dicho— en un grado amplio del proceso. Pero eso no significa que mientras tanto la persona no sufra dificultades que pueden desencadenar en trastornos.

Nuestros trastornos

Insistimos en que, así como la lingüística se enfoca en el estudio del lenguaje, también es la que se encarga de estudiar las dificultades que el ser humano puede sufrir a la hora de su adquisición. Todas ellas son trastornos del lenguaje plurales que según el ámbito y las habilidades de la persona a los que afectan se clasifican de una forma u otra.

A continuación hablaremos de los más comunes, que no son pocos, y sobre los que cada vez se estudia, se conoce y se investiga más para así hacerles frente y facilitar las herramientas que más se les adecúan a aquellos que los sufren.

Dislexia

Podíamos clasificar la dislexia en el número uno de los trastornos del lenguaje, el más común en el público. La dislexia dificulta la lectura pues la persona no puede decodificar las palabras de la misma forma que el resto de personas. Este trastorno no tiene nada que ver con la inteligencia de la persona que lo sufre, sino que con los problemas para identificar los sonidos del habla con las letras en el papel; los confunden y eso les lleva a no relacionar esos sonidos con las letras y las palabras.

Muchos os preguntaréis si acaso eso no es un problema de visión, pero no es así, aunque es verdad que durante muchos años se creyó y se trató de esa forma, pero sin resultado.

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Hoy en día la dislexia se detecta en los niños durante su período de escolarización, pero en muchas ocasiones pasan años hasta dar con ella e incluso hay adultos que han averiguado que lo sufren a una edad muy  avanzada. En cualquier caso, la dislexia no beneficia el aprendizaje en la escuela, pero tampoco lo imposibilita. En cambio, necesita más trabajo, más paciencia, más ayuda de especialistas y sobre todo un programa de enseñanza especializado y adecuado a sus necesidades.

Como ocurre con todos otros trastornos veremos en próximas publicaciones, las personas con dislexia necesitan trucos, más imágenes y menos textos, más fomento en el diálogo y la comprensión auditiva para aprender lo que otros retienen solo con leer. Pero en ningún caso estas personas serán menos capaces de conseguir lo que otros hacen.

Disfasia

Cuando por lo general los niños tienen dificultades en el nivel de comprensión y de expresión, se les diagnostica disfasia, es decir, un trastorno en la adquisición del lenguaje que se manifiesta de esa manera a la hora de expresarse y de comprender el mensaje que les llega.

Los ejemplos más destacados son la falta de vocabulario que los niños pueden tener en su forma de hablar, la omisión de ciertos tipos de palabras como preposiciones y conjunciones para formar frases sencillas y completas, la inexistencia de las conjunciones de verbos o la dificultad para retener y repetir oraciones largas. Además, para hacer frente a estos déficits de los que ellos mismos son conscientes abusan del uso de gestos y mímica para poder comunicarse con los suyos.

Como ocurre con el trastorno tratado anteriormente, las personas con disfasia también necesitan de especialistas para mostrarles trucos y superar esas dificultades.

Estos son solo dos ejemplos de una lista más larga de trastornos del lenguaje y del aprendizaje que hoy en día comprenden esta parte real de lo que también es lingüística. Otros casos como la discalculia, disortografía, dismusia, disgnosia o disprosodia serán tratados más adelante en nuestro blog, con el fin de aprender con ellos de una realidad tan característica.


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