
Vamos a ir al grano: la ficción es una y la misma. Al momento de escribir o leer ficción y no ficción —la clasificación que nos ayuda a aproximarnos como editores a los libros y, claro, a los periódicos a hacer rankings de ventas— nuestra forma de hacerlo es distinta. Nos predisponemos de una u otra manera, incluso el espíritu que volcamos al crearlas es más racional o menos racional.
Si bien la no ficción tiene muchos géneros emblemáticos que a lo largo de los años han deslumbrado a los lectores, como los ensayos, las crónicas periodísticas o las memorias biográficas, como esa maravilla de Rosa Montero llamada La ridícula idea de no volver a verte, la ficción también tiene lo suyo, y es de ella que hablaremos hoy.
Con todo, ¿por qué decimos tan tajantemente que la ficción es una y la misma?
Hoy más que nunca estamos rodeados de ficción, la cual consideraremos, para efectos de este artículo, como la clase de obras narrativas con personajes, espacios o incluso tiempos imaginarios. Las plataformas de streaming como Amazon Prime, Netflix, Disney+ o Hulu beben de ella y producen millones de dólares entreteniendo a sus suscriptores, aunque es injusto declarar que solo hacen eso; también nos emocionan y nos aleccionan, siendo parte importante de nuestro tiempo libre y, para quienes escriben, un profundo manantial de inspiración.
Películas y una serie: Ozark
Dentro de la no ficción nos encontramos con estos dos grandes soportes narrativos. Ambos, no importando su extensión, ya sea en horas o en temporadas y episodios, comparten rasgos fundamentales de la construcción de historias: trama, tema y argumento (personajes y espacio-tiempo y cómo se desarrollan). Haz la prueba: cada vez que veas alguna fíjate cómo están armados estos, ¡porque siempre hay una estructura!
En vez de pasearnos en el millar de ejemplos, usaremos uno en particular que para estos efectos resulta cautivador y útil a la vez. La serie Ozark, que se puede ver en Netflix, posee una historia que gira alrededor de un asesor financiero que lleva a su familia hasta los Ozarks, una región montañosa del medio oeste en EE.UU., para cumplir los designios de un jefe narco que lo obliga a lavar dinero.
Lo de «gira alrededor» no es una frase hecha. Con una trama hilvanada con maestría como un gran tejido premeditado, estos elementos que giran alrededor de la familia protagonista son los personajes que entran y salen de escena, nunca planos y siempre dibujados de tal forma que te hacen pensar.

¿Cómo lograr crear personajes así en mi nueva novela o relato sin caer en estereotipos? ¿Cómo alcanzar ese nivel de profundización en mi protagonista o mis personajes secundarios? ¿Cómo vincularlos íntimamente con el espacio, así como lo hacen los creadores de la serie con el ambiente gris y turbio de los alrededores de esta zona de Missouri? Ver la serie contribuye, y mucho.
Aprendiendo de los que saben
No nos referimos a ese tipo de ficción que repleta de personajes deslumbra con acción y mundos fantásticos, como los libros creados por las mentes maravillosas de George R.R. Martin o Tolkien, los que sin duda también significan un ejemplo. Estamos hablando de caracteres que aportan algo a la historia en la medida de sus posibilidades, apareciendo, desapareciendo y reapereciendo con un motivo claro, un pilar si se trata de escribir ficción. Por supuesto, las actuaciones en esta serie norteamericana hacen mucho —aunque no todo— y esa distancia entre el actor o la actriz y el personaje que interpreta es muy relevante, pero ese es otro cuento.
Concluyendo, el famoso prodesse et delectare de Horacio, aquel tópico que nos habla de algo así como instruir encantándonos, por hacerlo más actual, se convierte en este caso en nuestra apotegma. Cuando veamos una buena película o una serie, disfrutemos, sí, pero también fijémonos en cómo están construidas, y sobre todo en las características que la hacen única y «bien hecha», como la unión de cabos, el nudo narrativo, el clímax, entre otros aspectos de los que hablaremos prontamente en este blog.