¿Cuándo fue el primer momento en que pudimos hacer una distinción entre ficción y no ficción? Más allá de la diferenciación que se hace si hablamos de textos o libros, cuando niños imaginamos cosas e inventamos juegos en que teníamos superpoderes y lográbamos volar y correr a la velocidad de la luz. Eso era ficción, es decir, ocurrencias producidas a partir de la imaginación.
¿Qué eran, en cambio, esos papelógrafos gigantes con letras impresas y fotos armónicamente diagramadas que leían nuestros padres con tanto ahínco? Periódicos, es decir, depósitos de no ficción. Reportajes, crónicas y sobre todo noticias, idealmente (y decimos «idealmente» porque sabemos «cómo funcionan las cosas») fundadas en la realidad que tenían y tienen la finalidad de informar objetivamente sobre un suceso en concreto.
¿La historia de vida que nos contaba la abuela, aquella en que conoció al abuelo y luego tuvo a nuestra madre? No ficción. ¿Y el texto en el que se basa la obra de teatro que nos obligaron a ir a ver en la escuela? Ficción.
¿Qué tiene que ver esto con los libros?
Naturalmente, bastante, ya que lo que escribimos y leemos está basado en lo que hemos vivido, en lo que no hemos vivido e incluso en lo que jamás viviremos.
A la hora de abordar un texto para su corrección y edición, es necesario tener muy claro si estamos ante un relato o novela o ante una biografía o crónica periodística. La forma de inmiscuirse y hacer cambios en el texto cambia radicalmente si lo que está frente a nosotros es ficción o no ficción.
Los editores de la mejor obra de Cortázar o Nabokov tienen características y destrezas distintas que los encargados de hacer los diccionarios etimológicos o los editores de los ensayos de Alice Munro o Bertrand Russell. Sí, los textos de psicología o filosofía también son textos de no ficción. Así, cuando se edita, el proceso difiere y se utilizan otras técnicas y, sobre todo, se expresan otros consejos a los autores.
Pero estas diferencias también se manifiestan fuera del ámbito profesional. La distinción entre ficción y no ficción es esencial en el mundo de la lectura y la literatura, por eso existen dos rankings distintos en los diario; porque existen distintos intereses y pulsiones creativas.
Por el mismo lado, hay personas más dadas a escribir novela histórica y otros no tienen problemas si la tarea es preparar una carta de amor. Si de lectores se trata, los hay aficionados a la crítica literaria mientras que otros no pueden dejar pasar la última novela de Margaret Atwood, la escritora canadiense tan mentada actualmente gracias a la serie El cuento de la criada.
Aunque sea difícil de creer, hay personas que prefieren mil veces leer sobre los mundos posibles de Julio Verne que el diario del domingo. Esa variedad es lo que hace hermosa la comunicación humana a través de las letras.
Así y todo, alguien podría decir que la frontera entre ambas, en algunos casos, es realmente difusa. Y ese límite difuso es el que han aprovechado algunos autores para escribir sus obras y jugar con estos conceptos que de tanto romperse han dado paso a modos híbridos de creación.
En fin, tal como la clasificación en géneros literarios, la distinción entre ficción y no ficción es la piedra basal que no solo moldea las formas de trabajar un texto, sino que prácticamente define —como muchas otras dicotomías en el rubro— las formas de hacer literatura.
Muy claro el artículo sobre ficción y no ficción, además además me recuerda la importancia de la lectura en nuestras vida. Felicitaciones y seguiré la pagina