Por: Claudia Requena
Empiezan a sonar las primeras notas y, sin más, nuestra mente se empieza a inundar de frases y momentos hilados a través de la imaginación. Con solo algunos acordes aparecen experiencias que erizan la piel y otras que nos sacan una una sencilla sonrisa o una carcajada. Como el mejor libro que disfrutamos cuando nos inundamos en la lectura al sentarnos en casa o fuera de ella, el escuchar una canción nos puede hacer el día.
La relación entre la música y la comunicación ha sido siempre estrecha, casi una simbiosis que se alimenta con cada nueva creación.
Hay tantas canciones como instantes. Por la misma razón, la música influye en nuestras emociones. Las disfraza a su antojo y baila con ellas.
Personalmente, a menudo siento como si cada frase la hubieran escrito para mí; al final, pareciera que mi cerebro condiciona lo que estoy escuchando según el momento que estoy viviendo. ¿Alguna vez os ha pasado? Empiezas a revivir historias que te acompañan más de lo que te gustaría, miedos y sentimientos que no te gustarían sentir, o quizás sí. Miles y miles de ideas que explotan en tu interior y que te hacen soñar.
Al volar tan alto, volver a aterrizar supone un golpe duro. Por eso muchas veces debemos buscar la música, y exclusivamente la música sin distracciones, casi como un momento de meditación, tal como lo hacemos cuando gestionamos nuestro tiempo al leer o escribir.
¿Habéis sentido alguna vez esa sensación? Cuando empieza a sonar esa canción que tanto te gusta y tu cuerpo empieza a producir un leve cosquilleo y crees que te puedes comer el mundo… Es impresionante la influencia que tienen las palabras acompañadas de melodía y armonía, o incluso cómo la letra de una sola canción puede producir una polémica y hacernos pensar sobre el significado y el significante.
La música lo tiene todo, y más.
Un empujón para inspirarse
Es en ese justo momento de escuchar música cuando esas musas griegas de la inspiración a las que tanto esperan los escritores tocan nuestra puerta. Casi sin percatarnos, comenzamos a garabatear en una hoja en blanco mientras o directamente en el procesador de texto, guiándonos entre las notas y gracias a ellas.
Así, la música nos puede ayudar a expresar lo que a veces no sabemos transmitir, nos permite sentir y darnos ese pequeño empujón. De manera que dependiendo de cómo nos sentimos solemos priorizar un estilo musical frente a otro, lo que nos puede ayudar a empatizar con la melodía y así poder situarnos en un contexto más cercano a lo que queremos escribir. ¿Nos os ha pasado que cuando estáis tristes queréis profundizar esa tristeza? Pues ahí tenemos los comportamientos a los que nos lleva la música y el provecho que podemos sacar de ella.
Según diversos estudios, el lenguaje musical tiene muchos beneficios. Es capaz de despertar emociones según el estilo y tiene muchas aportaciones en nuestro cuerpo y mente. Algunas de estas aportaciones son:
- Nos ayuda a controlar el estrés.
- Impulsa a nuestro cerebro a recobrar vestigios subrepticios de nuestra memoria.
- Ayuda a mejorar nuestro aprendizaje.
Sin duda, hay muchos más beneficios, pero de momento ya nos basta para entender la importancia de la música en nuestras vidas.
¿Ha sido siempre así?
Si bien con el tiempo han ido los variando los estilos musicales y, por ende, los gustos, la importancia de la música se remonta a la Antigüedad, ya que para los griegos esta se consideraba igual de importante que el lenguaje.
Platón decía que la música funcionaba motor de la virtud, siendo esta una de las disciplinas que formaban la educación ciudadana y un elemento para disciplinar la mente. Había así unas melodías que eran más adecuadas que otras a la hora de producir armonía y orden.

Remontándonos más atrás, es sorprendente pensar que para los científicos, arqueólogos y antropólogos situar el origen de la música ha sido verdaderamente difícil. Lo que algunos opinan y que tiene sentido es que tanto lenguaje como música nacieron más o menos a la par, aunque todavía no existiese ningún tipo de instrumento; estos eran las voces y sus distintos tonos. En lo que no quedan interrogantes es en que ambos aspectos de la vida son manifestaciones culturales de una sociedad que poco a poco ha ido evolucionando, pero sin dejar de lado sus aspectos más relevantes.
Con lo anterior, y sabiendo que la música nos ha acompañado durante tanto tiempo, seguro que todos tenemos esas canciones que te ponen las pilas, te activan u otras que te invitan a un fin de semana en casa, en coche, paseando por la calle, viajando. ¿Cuáles son las tuyas?
A continuación os voy a dejar algunas de las mías, esas que dan un vuelco a mi día, consiguen llenarme de energía y me inspiran, probablemente uno de los aspectos más importantes al momento de crear.
1.»Flowers in Your Hair» (The Lumineers)
2. «Mystery of Love» (Sufjan Stevens)
3. «Imagine Dragons» (Bad Liar)
4. «Charlie Boy» (The Lumineers)
5. «Someone to stay» (Vancouver Sleep Clinic)
6. «Tired» (Alan Walker ft. Gavin James)
7. «Marzo en febrero» (Marlon)
8. «Cómo hacer que vuelvas» (Marwan)
9. «Esta vez, si puedes» (Andrés Suárez)
10. «Grande» (Nach)