La narrativa ilustrada silenciosa es un planteamiento para contar una historia desde la imagen, secuenciada o concatenada de forma estratégica. Hay muchas formas de plantear una historia compleja; todo depende de la estrategia narrativa que emplees para que esta sea descodificada. Es un poco como ese juego divertido que te engancha y no pararás hasta saber como termina.
Se puede empezar desde el principio, al medio o al final, con las clásicas técnicas literarias de ad ovo, in media res e in extrema res respectivamente, en este caso aplicadas a la ilustración. De esta manera, la «narración» se convierte en un planteamiento atemporal y con un final… sin final.
Y a su vez, la historia se puede dividir en cuatro niveles de iconicidad encontrados en los libros silentes: realista, descriptivo, sintético y abstracto. Se puede indagar en ellos en la fuente que informamos al final del artículo.
La magia del género
Todo puede suceder en una sola escena, donde el objetivo último no es narrar, como se entiende tradicionalmente, sino encontrar. La esteticidad de algunos elementos y otros que se mueven, el ángulo y cambios repentinos, e incluso la permanencia de un mismo personaje en todas las escenas o la aparición de personajes en páginas fragmentadas son factores que pueblan esta innovación en el mundo de la ilustración y los relatos.
En el género nada ocurre por casualidad.
La interpretación y el papel del observador
Hay, así, una intención narrativa, y es por eso que las narrativas gráficas se leen.
Al igual como pasa con la literatura, el papel del lector resulta fundamental. Quien se aproxima a estos libros no inventa, así, su propia historia, si no que la interpreta según su bagaje y contexto cultural, incluso según su momento personal. Por eso el arte resulta tan apasionante.
Finalmente, resulta muy interesante saber que no solo se puede narrar con palabras, ¿verdad? Y ustedes, ¿han leído una obra de este estilo?
Fuente: Estudio del álbum sin palabras de Emma Bosch Andreu.