Más de alguna vez hemos escuchado la frase «no juzgues a un libro por su portada«, lo cual no se ha considerado en lo absoluto como una cuestión de peso. Todos refutan esta idea pensando que en realidad el contenido es lo más importante.
Sin embargo, cuando nos enfrentamos al proceso creativo de un libro, la elección de la portada se vuelve una tarea compleja de resolver. Es crucial entregar una cara visible a un texto que se constituya como una carta de presentación ante el lector que a la vez sea adecuada también para el contenido del libro.
Técnicamente hablando, a este proceso se le llama comunicación visual y es una de las áreas de la cual se encarga el diseño editorial.
Buscando la armonía: Una portada, un texto
Desde el punto de vista gráfico, un texto, antes de ser leído, se constituye como algo neutro, plano y que no es capaz de dar pistas de lo que está diciendo. Esta es una de las razones del porqué un archivo en Word, en sí mismo, no es el archivo final para un libro. Antes debe ser evaluado para su posterior disposición en el espacio en el cual se colocará finalmente.
Teniendo en cuenta este proceso, hay que procurar tener claro lo que se está construyendo y a que público va dirigido: ¿qué es?, ¿una novela? ¿Un cuento? ¿Un periódico? Esta decisión, que parece tan fácil, es determinante a la hora de los resultados.
Si bien son los mismos en cualquier publicación, los elementos asociados, es decir, aspectos como las tipografías, estilos de texto (títulos, cuerpo, bajadas, entre otros), imágenes y color, por nombrar algunos, varían mucho entre uno y otro texto. Para dilucidar bien este aspecto, basta con recalcar algo evidente: la portada de un periódico es muy diferente a la de una novela.
El ejemplo anterior es claro y obvio, pero, ¿qué sucede cuando la comparación es entre una novela y otra? ¿Cómo pueden diferenciarse ante un lector que las ve a ambas por primera vez? La respuesta ideal es crear una identidad, y es en este proceso en donde se requiere un diseñador editorial.
Este profesional capacitado para responder las necesidades particulares de cada obra, que esté al tanto de las tendencias que se están dando y que conozca los elementos formales de cada género a la hora de publicar. Si no existe un orden estipulado a la hora de empezar a diseñar un libro o el profesional no tiene clara sus funciones, el texto se puede fragmentar en dos grandes partes: un texto interior y una tapa. En fin, un resultado final sin armonía.
Mens sana in corpore sano
Volvamos al proceso de diseño del libro, donde la diagramación del contenido es la herramienta principal, la que corresponde a la disposición del texto y de los elementos visuales dentro de un espacio. Aquí se encuentran elementos que deben ser justificados siempre.
Esto es importantísimo, ya que el contenido no puede ser trabajado de manera aleatoria; una elección errónea puede ser fatal para la lectura de un libro. Para lograr este trabajo, se suele trabajar con programas especializados como InDesign, el cual permite crear plantillas maestras y estilos para los elementos del texto.
La portada, por otro lado, se constituye como la piel de la obra, donde se debe reflejar el contenido de manera equilibrada en cuanto a estética y concepto. Sin duda es lo más llamativo del diseño de un libro, pues debe captar la atención, haciéndose visible a un ojo distraído que pasa observando varias obras de distintos géneros a la vez ya sea en una tienda virtual o en una librería.
Este aspecto nuevamente es labor del diseñador, quien debe lograr transmitir las emociones que quiere el autor o una editorial, usando todos los recursos que disponga.
Tras haber revisado a grandes rasgos lo que realmente significa diseñar un libro, nos damos cuenta que estamos bastante lejos de un archivo que solo es un texto. Así, nos encontramos mucho más cerca de un libro impreso, con un documento maduro y trabajado.
Si los elementos antes mencionados logran estar en armonía, se obtiene una identidad única, una marca o un sello que representa perfectamente lo que se quiere decir. En fin, un conjunto listo para ser publicado.