En anteriores ocasiones en Vuelo Ártico ya hemos tratado el tema de la tipografía desde un punto de vista histórico e informativo. Hoy, sin embargo, hablaremos de las clases de letras en general, y de la cursiva y sus normas en particular.
¿Acaso sabemos cuándo, cómo y por qué debemos hacer uso de este tipo de letra o recurso tipográfico? Efectivamente cada letra tiene sus normas y su lugar en el texto aunque nunca antes te lo hayas cuestionado, de hecho, nuestro trabajo es precisamente usar esos criterios.
Hoy es el día para ahondar en todo esto.
Fuentes y clases de letras
Así, hablando en general, conocemos tres tipos de clases de letras: redonda, cursiva y subrayado, que son las mismas que podemos escoger cuando estamos escribiendo en cualquier procesador de textos como Word.
Sin embargo, cada una de ellas puede adquirir características diferentes por las que clasificarlas de otro modo. Si tenemos en cuenta la posición en relación con la línea de caracteres, contamos con la volada, voladita o superíndice, normal y subíndice. Según su forma y su altura, tenemos la minúscula, esa que abunda en la mayoría de los textos que nos rodean, la mayúscula o versal, y la versalita.
Por otro lado, si tomamos en cuenta el grosor de sus trozos, tenemos la fina, la normal y la negrita, aunque también podemos toparnos con la superfina, la extrafina, la seminegra, la extranegra y la supernegra. Y por último, encontramos las que diferenciamos por su inclinación: la redonda y la cursiva, la gran protagonista de hoy.
Estos conceptos son propios de la edición, pero es en el diseño editorial donde se usan con más frecuencia. Son el vocabulario exacto con el que tienen que lidiar editores, diseñadores o ambos cuando trabajan juntos.
Letra cursiva
La cursiva, que también se llama itálica o bastardilla, es esa letra que tipográficamente tiene inclinados los trazos ascendentes hacia la derecha y los descendentes hacia la izquierda. En manuscritos, por otro lado, la única forma que tenemos es utilizando el subrayado o las comillas para destacar los títulos de obras, y solo las comillas en los casos de extranjerismos. Y en WhatsApp, por ejemplo, conseguiremos escribir en cursiva si encerramos el texto a destacar entre guiones bajos. Así: _texto en cursiva_. ¡Vaya truco, ¿no?!
Además, cabe destacar que no en todos los idiomas se emplea la cursiva de la misma forma y tampoco sirve para los mismos momentos, pero en español la utilizamos básicamente en las tres situaciones que desarrollamos a continuación.
- Fundamentalmente la letra cursiva, y en oposición con la letra redonda, se utiliza para advertir al lector que lo que viene a continuación puede sonarle raro a sabiendas de que está ahí aposta. El mejor ejemplo para comprender esta situación son los extranjerismos o esas expresiones coloquiales dentro de textos cultos. Los extranjerismos debemos destacarlos en cursiva para indicar al lector que esa palabra no se pronuncia como correspondería en español y, por lo tanto, hay que leer y comprender con especial atención. Paralelamente, no debemos tomar esta norma al pie de la letra porque, como siempre, hay excepciones. Los nombres propios extranjeros tanto de personas como de entidades, compañías, marcas, organismos, programas informáticos, etc. siempre se escribirán en redonda.
- Por otro lado, la cursiva es la mejor herramienta que los que trabajamos con las lenguas tenemos para destacar las palabras que no queremos utilizar con su sentido normal, sino que son nuestros ejemplos metalingüísticos, y los señalamos porque nos estamos refiriendo a ellas como tales y no por su significado, como en «La palabra aguda es llana».
- Finalmente, la cursiva se tiene que aplicar sí o sí a todos los títulos de obras de creación (libros, películas, series, programas de radio y televisión, videojuegos, esculturas…) y esta situación es la que personalmente creo que es la más olvidada e ignorada por todos. Y os preguntaréis: ¿qué ocurre si el título de una obra está dentro de un texto que ya está escrito en cursiva? En ese caso el título lo destacaríamos en redonda y mantendríamos la cursiva en el resto del texto que estaba así anteriormente.
Usos incorrectos
Como ocurre con todos los elementos de la ortotipografía, la cursiva también tiene algunos usos incorrectos que se han extendido entre los usuarios de la lengua, el castellano en este caso, y no entendemos su porqué.
Como decíamos anteriormente, los nombres propios extranjeros de persona no hay que escribirlos en cursiva porque la norma es así y porque, si no, hoy en día y con tal globalización estaríamos escribiendo en cursiva hasta el treinta por ciento del texto. Consecuentemente esto sería muy incómodo para el lector porque recibiría demasiados estímulos visuales durante su lectura y despistaría la mente del mensaje central del texto. De la misma forma, también sería un sobreesfuerzo para el redactor, puesto que tendría que invertir mucho más tiempo en su redacción.
Los nombres de lugares extranjeros y los nombres de marcas extranjeras tampoco hay que destacarlos en cursiva. Normalmente todos ellos tienen su grafía adaptada a nuestro idioma y debemos hacer uso de él, pero si no fuera así , la mayúscula inicial del sustantivo ya nos indica que se trata de un nombre propio y es especial en ese sentido.
Por el mismo motivo, las asignaturas de algunas carreras universitarias, por ejemplo, tampoco se escriben en cursiva porque se consideran extranjerismos que se están utilizando dentro de otro nombre propio castellano.
Además de estas indicaciones breves y básicas, existen muchas más variantes y casos especiales en los que encontramos muchas excepciones. Por eso, todas vuestras consultas siempre serán bienvenidas acerca de este tema o de cualquier otro, y os animamos a resolver todo aquello que os traiga quebraderos de cabeza a la hora de escribir.