Extranjerismos: Glamour y feedback

Forger extranjerismos Vuelo Ártico

Por: Barbara Salcedo

Así como hace años nuestra lengua fue invadida por palabras como cheli, fistro, mazo, buga o dabuten sin que tuviéramos muy claro qué querían decir, ahora nos rodea un vocabulario espanglish, o lo que es lo mismo, un abuso del extranjerismo.

Cuántas veces nos topamos con textos que contienen términos como coach, brainstorming, feedback, back-up, OMG, business, hacker… sin lograr descifrar su significado, y, por tanto, sin comprender parte importante del mensaje global del texto. Estamos ante un nuevo problema lingüístico a tratar, pero ¿de qué se trata?, ¿de dónde viene?, ¿qué dice la norma?

Decíamos que cada vez es más común leer textos en nuestro idioma con anglicismos, americanismos o galicismos. En cualquier caso, vengan de donde vengan esos nuevos términos son extranjerismos y la RAE los define como «expresiones que un idioma toma de cualquier otro porque necesita y quiere llenar un vacío o porque por gusto, quiere utilizarla como alternativa a otras que ya existen».

Decide el que habla

Entendemos, así, que en la mayoría de las ocasiones en las que estos se utilizan actúan como sustitutos para nuestro idioma por decisión propia del hablante, tal como ocurre con el lenguaje inclusivo, por ejemplo. Sin embargo, en muchas de esas ocasiones el uso del extranjerismo no es necesario. Introducimos extranjerismos en nuestro vocabulario a la vez que hemos conseguido desplazar a su equivalente en español sin ninguna razón aparente.

Y ahí es donde los hablantes nos tenemos que parar a pensar si estamos haciendo bien, porque no siempre es verdad que el uso del extranjerismo hace al texto y a su autor más sofisticado.

Por otro lado, no cabe duda que los idiomas se enriquecen unos de otros y los extranjerismos no son rechazables al cien por cien. Según las necesidades expresivas que van apareciendo con el paso del tiempo, la incorporación de nuevos términos es totalmente lícita, pero seamos congruentes y lógicos; utilicémoslos con cabeza cuando realmente aportan novedad al texto, no cuando ya existen equivalentes con vida en español.

¿Y la forma de escribirlos?

En el caso de los extranjerismos necesarios o de los que ya están muy extendidos, la norma es sencilla para que, además de hacer un buen uso, los escribamos correctamente. Según la RAE y la Fundéu (Fundación del Español Urgente) estos términos deben ir en letra cursiva (itálica) o entre comillas si no es posible utilizar esta, puesto que aún no se han adaptado al español.

Además, se debe mantener la grafía originaria del término en cuestión. De este modo al lector se le permite comprender que se trata de una palabra procedente de otra lengua, del inglés en la mayoría de los casos, y que su pronunciación distará de su escritura.

palabras prestadas idiomas

Sin embargo, si abusamos de esta opción y plagamos el texto de términos en cursiva pueden aparecer ciertas incomodidades en la lectura, resultando incómodo a la vista y obligando al lector a estar pendiente de estas palabras en vez de disfrutar del mensaje y del momento.

Al mismo tiempo, presuponemos que el receptor entiende y habla la lengua de la que procede el extranjerismo, cosa incierta, por cierto, que nos devuelve a los inicios de este artículo y la defensa del uso de los equivalentes en español.

Pero hay otro aspecto que destacar: está permitida la adaptación de la pronunciación o de la grafía original de estos términos “a la española” para evitar en los lectores las confusiones citadas anteriormente. Es decir, es tan correcto pronunciar [kíche] para el galicismo quiche como escribir pádel en vez de paddle, grafía original, tal y como nos recomienda la RAE.

Cuestión de preferencias

En cualquier caso, todos los usos anteriores se consideran correctos. Esto dependerá del gusto de quien escribe por adoptar una postura más conservadora hacia la lengua española o más actual y globalizada, siempre y cuando se eviten los usos desmedidos y sus consecuentes trabas para la comprensión.

Porque debido al uso extenso de las redes sociales y estas nuevas fuentes de información instantánea, adoptamos todo aquello que nos llega y nos resulta novedoso, tal y como Fernando Lázaro Carreter afirmó en su día:

El extranjerismo no es nunca invasor: acude porque se le llama.


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