Estos días seguramente estará muy de moda esta pregunta en base a los últimos eventos, como el estreno de la última temporada de Game of Thrones (que sigue generando hilarantes memes) o el fin de la saga de Avengers en los cines.
Algunos podrían llegar a pensar que las variantes que ha propiciado GOT en las últimas temporadas se han encargado de alejar el hilo argumental que planteó su autor, George R.R. Martin. Este es solo un ejemplo de los problemas que suscita este debate, con un malestar que no se da solo en estos dominios.
Con esto, la pregunta que siempre nos hacemos y que nunca dejamos de hacernos tiene que ver directamente con qué versión de las historias preferimos. Sin embargo, ¿tiene algún sentido cuestionarse esto y comparar un libro con una adaptación?
Puntos en común
La pregunta es muy difícil de contestar, ya que implica comparar de la misma manera medios y formas de comunicar completamente diferentes, como si fuera una única historia. Hay cosas que se pueden conceder: idealmente, en la historia narrada y en las películas o series se comparten nombres, personajes, símbolos y lugares. Es decir, el argumento parte como una idea inicial que da pie a todo. Así es la ficción.
Al pasar de idea a una obra concreta, por ejemplo un libro, su lenguaje se separa de cualquier otro medio, porque además es una de las formas de comunicar más antiguas que existen. Las películas, series, cómics que se hacen a partir de uno deberían, así, ser considerados adaptaciones.
No tendría por qué ser tan extraño: el soporte físico es diferente y eso es evidente, pero, ¿en qué se parece un libro a una película? Son medios totalmente distintos en sus tiempos de narración, sus formas de ser consumidos por un usuario, en su argumento (como sucede en GOT) y en muchas otras aristas. Pero ante todo son incomparables, y por lo mismo deben ser analizados de forma independiente.
Ahora, volviendo a la pregunta inicial, ¿es mejor un libro para contarnos una historia? No necesariamente. Sin embargo, un medio escrito permite un desarrollo y una libertad mucho mayor a otros medios, como describir con palabras exactamente lo que quieres contar, siendo una experiencia muy completa para que un lector se imagine y genere emociones por la historia.
Esto puede ser más limitado en otros medios, sobre todo si es una adaptación a una serie o película, ya que se debe interpretar y sintetizar la complejidad escrita a un lenguaje visual distinto, con un límite de tiempo ya definido de antemano.
El universo de un libro
El lenguaje escrito nos permite crear nuestro propio universo en base al pilar estructural que nos da el autor. El resto existe a a libre interpretación, con lo que se genera esta cercanía y apropiación de la historia que al verse reflejada en otro medio nos choca porque nos saca de lo que conocemos, y además nos impone su interpretación.
Antes de ver Harry Potter o El señor de los anillos, mi idea de Harry y Frodo era única. Hoy, en el imaginario colectivo y en el mío propio están los rostros de los actores que los interpretaron.
Pero esto también puede ser bueno, ya que ahora hay dos versiones de la obra que tanto nos gusta, ambas muy increíbles en sus formatos, y lo mejor que podemos hacer es disfrutar ambas por separado, y quizás, si nos atrevemos, compararlos. Es lo que casa la industria del cine con la industria editorial, con miles de posibilidades de marketing en sus intersecciones.
En el peor de los casos, si no te gusta la versión adaptada, siempre puedes volver a la que te genera algo positivo. Para unos es volver al libro, para otros es ver la película. Y lo mejor es que se puede hacer una y otra vez según tus ganas.