
Si se lee literatura o sobre ella, es muy probable escuchar los nombres, hoy rimbombantes, de Carmen Balcells o Guillermo Schavelzon, o de sus agencias. A pesar de ello, no muchos conocen los rumbos que estas personas han tomado dentro de la literatura hispanoamericana.
Hoy, a ambos se les reconoce como importantes agentes literarios que vinieron a revolucionar la industria editorial; la narrativa en castellano o el Boom Latinoamericano las podemos vincular fácilmente con aquellos nombres.
Ahora conoceremos más sobre profesionales de las letras, que, sin ser escritores, han tomando un rol protagónico en el mundo del libro.
¿Qué es un agente literario?
Un agente literario es el representante del autor, su negociador y mediador. Por esta razón se manifiesta como el intermediario con la editorial, como el vínculo de confianza entre la industria y el creador, sobre todo con editoriales que no reciben manuscritos espontáneos.
(¿Espontáneos? Sí, ese montón de manuscritos que los autores menos conocidos elaboran y envían para que los evalúen y tengan oportunidad de ser editados, en un trabajo que si se hace bien puede tener buenos frutos)
Así, una vez que los agentes crean este puente mediante vías alternativas, también son los encargados de recomendar los textos de los autores que representa, para cruzar el filtro de selección y poder ingresar a la carrera de ser evaluados dentro de un mar de autores sugeridos. De cierta forma, gestionan las obras y hacen las conexiones con las editoriales. Frecuentemente los libros «tutelados» por agencias o agentes logran un gran éxito, como estos.
Los agentes literarios también se encargan de enviar el manuscrito a la editorial más adecuada, buscando que esta calce no solo con el perfil del autor, sino también con el perfil del manuscrito que se está enviando, con las temáticas que aborda y con el catálogo que trabaja la editorial seleccionada.
Al construir una relación de confianza, el agente literario también es aquel que orienta al autor en el proceso de publicación. Como sabemos, muchas veces los autores no manejan tiempos ni terminologías del mundo editorial, por lo que les sirve de mucho apoyo profesional y emocional contar con la guía de un profesional que sí se encuentra involucrado en el rubro.
La voluntad de los autores por sobre todo
Además, este personaje editorial se dedica exclusivamente a buscar el mejor contrato con la mejor editorial, velando no solo por defender los derechos de la obra del autor, sino que también concentrándose en que respeten sus peticiones. Ejemplo de esto es que muchas veces los autores desean mantener un perfil bajo a la hora de publicar por lo que el uso de un seudónimo es de vital importancia para ellos; otras veces, por uno u otro motivo, los mismos autores desean que en las portadas no salgan sus apellidos; en otras ocasiones, los autores son los que tienen una idea fija para emplear de imagen de portada, por lo que desean que esta sea respetada por la editorial.
Una vez que los autores han alcanzado un reconocimiento que va más allá de su círculo creativo y su país, son potenciados por los agentes literarios, quienes procuran desarrollar la internacionalización del autor. Así lo hace Schavelzon-Graham con los autores que escriben en español, por ejemplo.
En síntesis, el agente literario es el encargado de desarrollar todas las funciones administrativas que implica el proceso de publicación de un libro, con la finalidad de que el escritor solo se dedique a llevar a cabo su proceso creativo. Pero también llevan a cabo muchas otras funciones.
Como se ha dicho en un comienzo, una de las agentes más importante fue Carmen Balcells, quien cambió para siempre la industria editorial en español pues se encargó de dividir los territorios en unidades geográficas (antes esta segmentación era por unidades mayores), revalorizando a los autores de cada continente, lo que claramente benefició al sonado Boom, que ya se estudia en las escuelas: Julio Cortázar, Mario Benedetti, Mario Vargas Llosa, José Donoso y Gabriel García Márquez, entre otros.

Esto también produjo que Balcells fuera la mano derecha de otros autores importantes de la literatura en español, como Guillermo Cabrera Infante o Roberto Bolaño, quienes a finales de la primera década del 2000 se marcharon con el agente Andrew Wylie, en una historia que da para otra ocasión.
Otro de los cambios que realizó Balcells fue terminar con los contratos abusivos para los autores devolviendo el beneficio económico al creador. Si bien Balcells ya falleció, su agencia hoy en día es la más importante del habla hispana.
No es para menos: ha representado a los escritores más destacados de nuestra lengua.
¿Todo escritor necesita de un agente literario?
Generalmente, los autores comerciales son los que buscan la asesoría y acompañamiento de los agentes literarios, pues son ellos los que necesitan de este tipo de asesoría. Es decir, aquellos cuyo futuro en ventas ya está asegurado por su calidad o su fama, por entregar solo dos criterios.
Ahora bien, para el resto de los autores, la recomendación más apta es conseguir a un consultor editorial y un editor, quienes comúnmente pueden ser la misma persona. Estos especialistas se enfocan más en el trabajo técnico previo al presentar un manuscrito a una editorial.
En fin, no todo escritor necesita de un agente literario. Sin embargo, creemos que todo aquel que escribe y quiere darse a conocer necesita de profesionales de la edición para llevar a cabo sus proyectos.