Son dudas que toda persona enfrentada a una composición debe resolver: ¿cómo ocupar el espacio con los elementos que se dispone? ¿Es malo dejar espacios vacíos? ¿Hay que intentar abarcar todo el espacio posible? Existe un término que puede venir al caso, el llamado «miedo al vacío» u horror vacui.
A continuación, explicaremos de qué se trata enfocándonos en el mundo editorial.
¿Por qué le tememos al vacío?
Sí, suena existencial. Le tememos a la nada porque de cierta forma debemos completar los espacios, a veces todos y cada uno de ellos. Básicamente, la vida consiste en ello y el arte de diseñar tampoco escapa a esta consideración.
El horror vacui hace alusión al miedo infundado al ver un espacio vacío, a tener la percepción de que se está frente a algo incompleto, y además, sentir la necesidad de rellenar completamente este espacio con el fin de mejorar el resultado.
Este temor no es algo nuevo. En la Antigüedad, la Edad Media o el Renacimiento, el concepto se utilizaba para referirse a los estilos recargados, como por ejemplo los mosaicos y la decoración islámica, el arte victoriano, la arquitectura barroca, entre muchos otros. Hoy, intentamos evitar esta sensación al momento de diseñar un libro.
¿Cómo enfrenta el vacío el diseño editorial?
En el diseño editorial esto se da, y mucho. Tomar decisiones como dejar una página en blanco, un margen amplio para el cuerpo de un texto corto o usar una ilustración pequeña en una gran página, entre muchas otras eventualidades, genera conflictos en cuanto a si está bien o está mal usado el espacio vacío.
Esto porque suele parecer una decisión subjetiva basada solo en una apreciación personal, lo cual no deja de tener algo de cierto. Sin embargo, hay una diferencia crucial: esas decisiones deben pasar por un diseñador que usa su experiencia para decidir cuál es el mejor camino a tomar.
Hoy en día, tanto en las consultorías de diseño como en la percepción misma de los libros a cargo de un diseñador con experiencia, se valora mucho el ahorro de recursos, por lo que el estilo minimalista se ha planteado como una fuerte tendencia en la que pequeños objetos ocupan grandes espacios.
«Menos es más», así, se ha convertido es una de las frases características para llevar a cabo este estilo.
Entonces, ¿está bien o está mal tomar estas determinaciones?
Ni lo uno, ni lo otro. Esto no se puede definir sin considerar el contexto en el que se llenará un vacío. Tal como se usa o se abusa de cierta tipografía, color o una imagen en un libro de cierta materia, se trata de un recurso del que se dispone para dar dinamismo y enriquecer un texto, lo que es necesario para dar pausas visuales, un descanso o un ritmo. También se busca generar contrastes entre el gris del texto y el fondo de la página para destacar un contenido, solo por nombrar algunas técnicas.
Llenar los vacíos o saber manejarlos no es el único camino para hacer un diseño, pero es uno válido. Y no hay que temer a usarlo siempre y cuando sea intencional. Si la determinación es producto del azar, solo se producirá incomodidad, desarmando la composición e interrumpiendo al lector.