La reivindicación de la mujer a través de la literatura

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Siendo mujeres, el 8 de marzo es una fecha que no pasa desapercibida para ninguna de nosotras. Sobre todo si creemos en la reivindicación de la mujer a través de la literatura y menos actualmente, donde estamos cada vez más empoderadas. En este día se llevarán a cabo diversas celebraciones y/o conmemoraciones, que van desde paros nacionales en ciudades europeas o marchas multitudinarias que se desarrollarán por las arterias céntricas de distintas ciudades hasta congregaciones de grupos musicales en los municipios donde las dueñas de casa son las protagonistas.

Más allá del término y de lo que se haga, la verdad es que históricamente este día no debiese ser celebrado, sino que conmemorado, puesto que la ONU lo declaró día internacional institucionalizado debido a las luchas que ha tenido que enfrentar el género para darse cabida en la sociedad y generar igualdad de condiciones.

Las mujeres del libro también paramos porque somos conscientes de nuestra verdadera estatura, como dice Dickinson. Pese a esta contextualización, no quiero fijarme netamente del rol de la mujer en la sociedad porque hay varias reflexiones circulando en la red en torno a esta temática. Lo que quiero mostrarles es la forma en que la mujer ha sido reivindicada (o no) a través de la literatura.

Los personajes femeninos

Si hablamos de la presencia de la mujer en la literatura, la Antigua Grecia es parada obligada. Aquí identificamos figuras como Electra, Antígona o Medea, heroínas trágicas que se vieron sometidas a situaciones cotidianas a las cuales debieron responder de forma apasionada.

Avanzando en el tiempo, encontramos que en el periodo medieval y caballeresco las mujeres eran relegadas a la religión o a ser personajes secundarios, sin que se desarrollara su individualidad más allá de las circunstancias.

Esta situación fue cambiando cuando la vida de la mujer comenzó a plasmar una nueva revolución en torno a su rol en la sociedad. Personajes como Emma Bovary, Marguerite Gautier o Ana Karenina muestran que la mujer puede escapar a su determinismo social y buscar nuevas salidas a lo que la vida moderna le presenta.

Madame Bovary Gustave Flaubert 8 de marzo
Charles Léandre (1862 – 1934)

Tras este despertar femenino dentro de la literatura moderna, también tenemos a La Maga en Rayuela de Julio Cortázar, Catherine Earnshaw o Úrsula Iguarán, quienes se construyen (y decontruyen) como almas deseosas de libertad, apasionadas y fuertes, que hacen lo imposible para conseguir sus objetivos.

Sin embargo, ¿estamos realmente representadas dentro del mundo de la ficción y el canon literario? Hace poco estalló un artículo de Pedro Bahamondes en donde un grupo de investigadores realizó un estudio de un canon de 100.000 novelas, descubriendo que la mujer estaba mejor representada en la literatura del S.XIX que en la de hoy en día. Es decir, se ha podido rastrear que la presencia femenina se ha ido perdiendo paulatinamente.

Este estudio tiene una interesante reflexión respecto al rol de la mujer dentro de la literatura: si bien en la época victoriana hay una mayor presencia de personajes femeninos, estos son remitidos netamente a los espacios cerrados, espacios en los que una mujer desarrolla su vida. Al contrario de los hombres, que son instalados en las grandes ciudades y en la vida pública. Es decir, donde se toman las decisiones.

Este aspecto claramente se ha ido modificando, al igual que las descripciones de vestuarios y características físicas asociadas frecuentemente a los personajes femeninos que conforman un libro. Además, en el estudio también se destaca la forma en que se emplea el lenguaje en la ficción: se vinculan palabras más relacionadas a los sentidos y las emociones a la descripción de situaciones que mencionan solamente el desenvolvimiento de las mujeres.

Las escritoras dentro del canon literario

Ahora bien, si se habla del camino que las escritoras han tenido que abrirse en el mundo literario… este ha sido totalmente pedregoso y sinuoso. Pese a ello, a lo largo de la historia han habido figuras como Sor Juana Inés de la Cruz, Gabriela Mistral o Alfonsina Storni que vinieron a cambiar el curso de la literatura, ya sea por el contexto donde desarrollaron sus ideas o por las innovaciones que presentaron sus escritos.

Es verdad que siempre hubo mujeres con ansias de innovar en las letras, pero no es hasta Virginia Woolf que el rol de la mujer en la literatura cambia radicalmente. Esta escritora no solo vino a cambiar la novela moderna, perfeccionando las técnicas narrativas, sino que también fue quien realizó importantes reflexiones en torno a la femineidad y el feminismo.

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Teresa Wilms Montt

Un caso chileno a evaluar es el de Teresa Wilms Montt. Esta escritora —nacida dentro de un núcleo aristocrático en el que no existían muchas mujeres inmersas en el mundo letrado— se revela ante este determinismo y usa la escritura como su bandera de lucha para denunciar las situaciones domésticas a las que eran sometidas las mujeres, escribiendo desde su propia intimidad y experiencia.

De tanta angustia que me roe, guardo un silencio que se unifica a la entraña del océano.

En la noche cuando los hombres duermen, mis ojos haciendo tríptico con el farol del palo mayor, velan con el fervor de un lampadario ante la inmensidad del universo.

El austro sopla trayendo a los muertos cuyas sombras húmedas de sal acarician mi cabellera desordenada. Agonizando vivo y el mar está a mis pies y el firmamento coronando mis sienes.

Pese a esta revelación literaria impresionante, Teresa tuvo que formarse en Buenos Aires, escapando de este determinismo que se le había impuesto, lo que derivó en que fue olvidada por nuestras letras locales. Esta situación fue revertida por la Editorial Nascimento, quien rescató su obra para darle su merecido puesto en la palestra literaria de nuestros días.

¿Qué pasa hoy en día?

Actualmente, existe un fuerte debate sobre esto en el mundo de las letras. Se pueden encontrar dos posturas férreas: por una parte, encontramos escritoras que denuncian lo masculino que es el ámbito literario, donde pese a que hoy en día encontramos más mujeres escribiendo, aún no es suficiente si se compara con el porcentaje de hombres inmersos en las letras.

Por otro lado, muchos consideran que hay más mujeres insertas en el mundo de la literatura, quienes están escribiendo desde sus propias vivencias, lo que identifican como un avance.

Pertenezcamos al primer o segundo grupo, es un hecho que poco a poco las mujeres están tomando un mayor protagonismo. Una de estas señales es que a partir del año 2000 la Academia Sueca ha reconocido a una mayor cantidad de mujeres merecedoras del Premio Nobel de Literatura, donde encontramos Elfriede Jelinek, Doris Lessing, Herta Müller, Alice Munro y Svetlana Alexievich.

Un fenómeno llamativo que se ha ido desarrollando en Chile es el mencionado dentro de las recomendaciones literarias de comienzo de año: el trabajo de la historiadora María José Cumplido o el de Isabel Plant, Concepción Quintana, Fernanda Claro y Sofía García-Huidobro.

Ellas quisieron ser parte de un interesante movimiento que rescata a aquellas mujeres que tuvieron un rol importante en la historia de nuestro país, pero que por el sesgo machista que todavía impera en nuestros días han sido relegadas al olvido. Sin duda, muchos pasos adelante en esta búsqueda de igualdad en el mundo de los libros.


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