Durante las últimas semanas han surgido algunos temas de conversación de forma inesperada y con el mismo común denominador: el aprendizaje de diferentes lenguas a la materna y su evaluación para la obtención de los correspondientes certificados oficiales.
Además de encontrarnos en época de exámenes de fin de curso justo antes del verano, cuando estudiantes y profesores se rodean de calificaciones, en España este tema también suele ser muy recurrente a discusión entre aquellos que dirigen y gobiernan.
Son suficientes razones pues, para hablar de cómo se dirige esta función que a veces simula un teatro y dejar abierto el debate sobre si el sistema vigente beneficia al aprendizaje y a las propias lenguas per se. O sobre si, por el contrario, ha tomado el siempre temido camino de hacer negocio y vender el conocimiento lingüístico tanto y tan mal que termina siendo desvalorizado por completo.