No hay fin de año sin la elección de la palabra que mejor lo caracterice. Este pasado 2020 no podía acabar de otra forma y la FundéuRAE ha elegido aquella que inmejorablemente encaja con él y con la situación sanitaria más extraordinaria que recordamos y que todavía hoy, después de casi doce meses, seguimos viviendo.
Este primer artículo con el que inauguramos un nuevo y esperanzador año en Vuelo Ártico lo dedicamos tanto a esas doce candidatas a la palabra del año como a su ganadora. Y así, además, aprovechamos la ocasión para repasar rápidamente cómo utilizar bien todo este vocabulario que ha inundado nuestros días y, por qué no decirlo, que nos ha cambiado nuestra forma de hablar.
Antes de la elección final
Desde 2013 la Fundación del Español Urgente (hoy FundéuRAE), promovida por la Agencia EFE y la Real Academia Española, RAE, durante las últimas semanas del año elige de entre más de 250 términos, que se han ido tratando y publicando en su web, las doce candidatas a ser la palabra del año.
Esas doce opciones pasan a ser algo así como las nominadas al premio, a los Oscar, a los Goya…, pero solo una será la que se haga con el primer puesto.
El pasado 29 de diciembre la FundéuRAE tomó esa decisión basándose en criterios y razones lingüísticas, como podrían ser la formación de los términos en cuestión, el impacto de sus significados en la sociedad y sus hablantes y las dudas que pudieran surgir con sus usos.
Y las candidatas son…
Como consecuencia, la lista de candidatas quedó de la siguiente forma: confinamiento, conspiranoia, coronavirus, Covid-19, estatuafobia, infodemia, pandemia, resiliencia, sanitarios, teletrabajo, (un) tiktok y vacuna.
Todas ellas han sido esenciales y tratadas de una forma u otra en las recomendaciones que diariamente publica la fundación en su web para ayudar en todo momento a resolver cualquier controversia que pueda surgir con su uso entre la población, los medios de comunicación, las instituciones…
Podríamos calificar a coronavirus y Covid-19 como las palabras que más hemos utilizado a lo largo de este último año de pandemia, en eso estamos de acuerdo, pero ¿lo estamos haciendo correctamente?
No olvidemos que el sustantivo coronavirus es el término masculino para referirnos a cualquier virus de la familia Coronaviridae, aunque dadas las circunstancias, la estamos utilizando básicamente para hablar solo del causado específicamente por el virus SARS-CoV-2.
Como consecuencia de ese virus, la Covid-2, con guion antes de los dos dígitos tal y como indicó desde el principio la OMS (Organización Mundial de la Salud), es la propia enfermedad. El uso de ambos términos ha sobrepasado todos los límites y cualquier expectativa, así que estamos normalizando ya su lexicalización y la grafía en minúscula, (covid-19, nunca Covid-19). Pero recordemos que es un nombre común de enfermedad y, por lo tanto, es femenino, como explicábamos en un artículo anterior donde profundizamos un poco más en casos como estos.
Allá por febrero y marzo de 2020 empezábamos a oír hablar de una epidemia que podía acercarse desde China hasta nuestro hogares, sin embargo, se quedó pequeña y terminó desarrollándose en pandemia con todas sus letras y significados posibles.
De forma paralela, y sin abandonar el mismo campo semántico, vacuna es el término que no solo acompaña a la candidata anterior, sino que deseamos que acabe ya con ella.
No nos podemos olvidar de los sanitarios, esos incansables trabajadores y perfectos ejemplos de generosidad y responsabilidad, que nos han ayudado a mantener la esperanza y a sobrevivir durante tantos meses.
Al otro lado de los hospitales, donde realmente se ha luchado contra lo que parecía a veces imposible, estábamos el resto de los humanos viviendo un confinamiento nunca antes conocido en tiempos modernos y viendo pasar los días desde nuestras ventanas. Este aislamiento temporal había que hacerlo lo más ameno posible, cada uno a su manera, mientras las horas pasaban. Unos agradeciendo el teletrabajo porque nos permitía desconectar de la realidad exterior y otros llenándose de infodemia, es decir, de una sobreabundancia de información (a veces certera y a veces no) sobre el único tema que había.
Como consecuencia de la creación de este neologismo, ha aparecido el término conspiranoia. Está adquiriendo mucho peso en diferentes ámbitos más allá del sanitario y se trata de la tendencia de algunos grupos de personas, a veces impulsados y empujados por políticas extremistas, por interpretar ciertos acontecimientos como fruto de la conspiración. Esto a su vez nos ha traído la estatuafobia, por ejemplo, que significa «aversión o rechazo a las estatuas».
Internet, las redes sociales y cualquier vía de comunicación con los nuestros nos ha ayudado a no sentirnos tan solos, así que las pantallas no han cesado ni un segundo. Entre videollamadas, fotos y conversaciones por mensajes de texto, los famosos tiktoks, pequeños vídeos creados con la aplicación TikTok, han entrado en nuestras vidas para quedarse mucho más tiempo que la Covid-19, o eso esperamos.
Resiliencia, por otra parte, podría ser la palabra que mejor puede definir a toda esta población, puesto que se trata de la «capacidad de adaptación y recuperación frente a cualquier situación adversa». Y de eso que hemos aprendido vamos sobrados.
Confinamiento, palabra del año 2020
Después de escrache (2013), selfi (2014), refugiado (2015), populismo (2016), aporofobia (2017), microplástico (2018, y del que ya hablamos en Vuelo Ártico) y emojis (2019), llega confinamiento como la palabra del año 2020. Y siendo honestos, no nos sorprende.
Es, por desgracia, la palabra de estos últimos meses; ojalá hubiésemos tenido alguna otra que nos llevase a mejores recuerdos. También es la alternativa al anglicismo lockdown, que viene a significar «reclusión obligada de los habitantes en sus hogares» y la que la FundéuRAE, con ayuda de la Agencia EFE y la RAE, han decidido destacar para resumir un año para olvidar.
Según la vocal de la FundéuRAE, Soledad Puértolas, confinamiento era de entre las candidatas la que mejor representa lo más humano y real de la situación que hemos sufrido. Añadía también en una entrevista que, a pesar de que el significado oficial tenga más connotaciones negativas que positivas, cada uno de nosotros tenemos una definición personal e íntima sobre este término que nosotros mismos hemos ido construyendo con el paso de este tiempo a raíz de cómo hemos vivido la experiencia de estar encerrados.
Es más, confinamiento ha tenido tanta repercusión en tan poco espacio de tiempo que la RAE no ha dudado en añadir una nueva acepción a la definición del término en la última actualización del DLE (Diccionario de la lengua española). Así es que además de «acción y efecto de confinar o confinarse», confinamiento se ha visto obligada a adecuarse a la realidad actual como consecuencia de la pandemia del SARS-CoV-2 y ahora también la definimos así: «aislamiento temporal y generalmente impuesto de una población, una persona o un grupo por razones de salud o de seguridad».
Sin duda, no nos olvidaremos del ya pasado año 2020 y de todo lo que hemos llorado y aprendido con él, pero ya estamos pensando en qué palabra definirá este 2021, porque seguro que nos sacará sonrisas libres y esperanzadoras.